Demandan
a Trillo por no reflotar un submarino con 37 republicanos hundido
por los nazis
Las familias de los muertos piden 67 años después
que la Audiencia Nacional obligue a Defensa a sacar el C-3 "para
darles una sepultura digna"
RAFAEL J. ALVAREZ/EL MUNDO
MADRID.-
Asensio Lidón estaba en la cubierta del submarino arrojando
los restos de la comida del día cuando adivinó venir
la estela mortal y blanquecina de un torpedo nazi. El impacto
abrió un agujero en la proa y la explosión tiró
a Asensio al agua con el codo derecho destrozado. El hombre vio
flotar a dos compañeros y hundirse a los otros 37 entre
los rugidos de 1.000 toneladas de acero republicanas heridas de
muerte camino del fondo del mar.
El 12 de diciembre de 1936 Asensio Lidón trajinaba en la
superficie a sus 29 años. Hoy, el único tripulante
del C-3 que queda con vida guarda en silencio total sus 86 en
una residencia de ancianos del norte de Madrid. Quizá comparta
la lucha de los familiares de aquellas víctimas, que van
a demandar al Ministerio de Defensa ante la Audiencia Nacional
por negarse a reflotar el submarino e impedir que puedan dar sepultura
digna a sus 37 muertos, atrapados a 68 metros de profundidad en
la tripa partida en dos del C-3.
A
Juan Asensio todavía se le corta la voz cuando se acuerda
de aquella tarde. Tenía siete años, pero no olvida
a su tío susurrándole a su madre la muerte de Antonio,
el maquinista del C-3. "Mi madre tenía 27 años
y mi padre 30. A él se lo llevó un torpedo y ella
pasó más de un año sin salir de una habitación.
Murió hace ocho años, con 85, y jamás se
quitó el luto. Se fue pensando que el cuerpo de mi padre
podía aparecer, murió sin saber la verdad, que mi
padre está allá abajo, asesinado por los golpistas
de Franco y sus cómplices".
"Acto
de piratería"
Juan
es el presidente de la Asociación de Familiares de las
Víctimas del C-3, un par de centenares de ADN relacionados
con 37 militares republicanos muertos por el submarino alemán
U-34 en los arranques de la Guerra Civil, posiblemente la primera
acción del Ejército nazi contra el Gobierno legítimo
español, unos cuantos meses antes del bombardeo de Guernika.
El
U-34 buceaba a hurtadillas por Málaga mientras el C-3 reposaba
en superficie ajeno a todo. Los alemanes dispararon, celebraron
su masacre y huyeron de su rapiña secreta por España
cruzando el Estrecho. Para Nochebuena ya estaban en su base. Días
después, se interceptó un comunicado del comandante
nazi que se jactaba de haber hundido un submarino español
frente a Málaga. O sea, Alemania en guerra contra España
sin haberla declarado.
Por
eso, la demanda contencioso-administrativa de los familiares contra
Defensa llevará una segunda parte con onda expansiva."El
tratado de París de 1907 establece que no se puede actuar
en territorio de un país contra el que no se está
en guerra, y además, afirma que el hecho no prescribe.
Alemania cometió un acto de piratería contra el
C-3 y debe pagarlo. Por eso pediremos que España demande
a Alemania por daños y perjuicios y resarce a las víctimas".
Habla
el abogado Antonio Checa, un personaje fundamental en esta historia.
Un día de 1997 Checa pescaba en su barca cerca de la costa
de Málaga cuando vio salir del agua una burbuja. "Olía
a gasoil". Rastreó la zona con un sonar, la balizó
y observó que lo que hubiera allá abajo era estrecho
y largo, muy largo "Como un campo de fútbol".
Investigó en archivos, hizo revisar algunas mentiras y
halló la verdad: "Era el C-3", aquel submarino
con base en Cartagena y hundido en Málaga que el franquismo
intentó años después hacer pasar por otro
sin demasiado éxito.
Desde
aquel día de 1997, y entre la emoción de las familias
que se iban enterando, Checa pide a Defensa que reflote el submarino,
porque los cadáveres y los 10 torpedos de 250 kilos de
trilita cada uno que alberga demuestran que lo hundido es un artefacto
militar. "Gracias a varias entidades tenemos 100 millones
de pesetas para reflotar el submarino, rehabilitarlo y exponerlo.Nosotros
lo sacamos, pero sin el permiso de Defensa es imposible",
dice Checa.
Cuando
Federico Trillo-Figueroa oyó la petición esquivó
la mirada: "La mejor tumba de un marino es el mar",
zanjó. "La mejor tumba de mi padre es la que decidamos
sus hijos", contesta Juan Asensio.
Y
es que al ministro, tan de Cartagena como el C-3, no le gusta
este cuento de terror, como atestigua Bernardo Ros, hijo del cocinero
del submarino, Francisco Ros. "He intentado hablar con Trillo
tres veces: el 24 de mayo en La Unión, el 10 de agosto
en la Iglesia de Cabo de Palos y el 31 de agosto en el mismo sitio.
Las tres me dejó con la palabra en la boca. Le mandé
una carta el 4 de septiembre y sigo esperando".
El
Ministerio mandó buceadores en 1998 para ver el asunto
a 68 metros de profundidad. "La inmersión duró
dos minutos porque a uno de ellos le dio un ataque y tuvo que
subir", según Checa.Defensa ha ido alargando los años
de hundimiento hasta su sentencia: "El submarino está
muy deteriorado. Se desestima su reflotación por falta
de garantías en la eficacia de la maniobra".
"De
eso nada, el acero resistirá de sobra. La negativa no es
técnica, es política. En Defensa hay reparos ideológicos
porque se trata de militares republicanos", responde el abogado,
que hoy verá en Cartagena a decenas de familiares en una
reunión marcada en rojo en el calendario sentimental de
todos ellos, 67 años y un día después de
la tragedia. Hoy, muchos rezarán juntos en una iglesia
por 37 perdedores que piden a gritos una tumba con nombre.
--------------------------------------------------------------------------------
"Sólo
quiero enterrar a mi marido y llevarle flores, no se va de mi
cabeza"
"Cuando tiraron el torpedo, mi marido había bajado
a tomar café.No sé si murió en el momento
o si vivió algunas horas más. Sería una pena
horrible pensar que hubiera vivido horas, aunque sé, gracias
al que estaba en Comandancia, que tras el ataque pidieron auxilio.
Sólo quiero enterrarlo en un sitio donde pueda ir a llevarle
flores, como se hace con los que mueren. Fue la mayor tragedia
de mi vida y no se me va de la cabeza". Francisca del Río
es la única viuda viva del C-3. Las comillas pertenecen
al libro 'Las fosas de Franco', de Emilio Silva y Santiago Macías,
que hablaron con ella el año pasado tras muchas gestiones.
Hoy, Francisca gana cada día en una residencia de Madrid,
con la salud en pie de guerra y las fuerzas justas, protegidos
sus recuerdos y sus huesos por su hijo Manuel.
"Está
delicada... y yo también. Estas fechas son malas para los
dos", parece que se disculpa Manuel, que tenía 8 años
cuando mataron a su padre. Ahora suma 75, jubilado como coronel
del Cuerpo de Máquinas de la Armada.
José
Sastre era el jefe de máquinas de C-3 y tanto Francisca
como Manuel tienen clavado el último día que lo
vieron. "Se despidió de nosotros como si nunca fuera
a volver. Por la noche no hacía más que levantarse
de la cama para besar a los niños, los arropaba, los volvía
a destapar, los tocaba, volvía a acostarse y así
toda la noche. El sabía que no nos volvería a ver",
cuenta Francisa.
Manuel
recuerda que la noticia la conocieron en la tarde del 12 de diciembre
de boca de su tía. "Se acercó a mi madre y
se lo dijo. Ahí empezó el infierno".
Sus
vidas republicanas no fueron fáciles, el exilio en El Ferrol,
la marginación, el desprecio de algunos 'amigos' de José
y la mentira. "El franquismo llegó a decir que la
tripulación del C-3 se había pasado al bando fascista.
No podía reconocer que Alemania había hecho un acto
de guerra", dice Manuel.
El
hijo de José y Francisca quiere que el submarino vea la
luz "para recuperar los restos de mi padre y poderle llevar
unas flores y dedicarle una oración. Imagínese lo
que será para mi madre". Sin embargo, tiene dudas
del estado del aparato. Por eso pide un informe "exhaustivo",
no el que hizo Defensa en 1998.
Y
mientras, Asensio Lidón y Francisca del Río, los
dos vivos de aquel día, siguen esperando...
Per
saber més:
|
 |