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Olesa desentierra el silencio.

La Associació per a la Recuperació de la Memòria Històrica excava una fosa del cementerio viejo que podría albergar hasta 12 cuerpos de personas fusiladas por las tropas

Foto Toni Garcia: tonigarca@hotmail.com
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MARÍA JOSÉ BARROSO OLESA DE MONTSERRAT

Es muy improbable salir con vida de un fusilamiento, pero en febrero de 1939, Joan Garrido, vecino de Olesa de Montserrat y militante de la CNT, se enfrentó a la muerte en dos ocasiones con pocas horas de diferencia: la primera, ante un pelotón de soldados franquistas y un grupo de falangistas en el cementerio viejo de Abrera, Malherido por un tiro que le atravesó la cara, volvió a casa. Un día más tarde no pudo esquivar a la muerte. Alguien le había delatado. Los soldados le fueron a buscar.
"Después de tomarle declaración, salieron del local. Pasados unos segundos oímos disparos. No esperaron a matarlo en el cementerio", explica Ramon Solsona, el camillero que les acompañaba, que tiene ahora 83 años.

Miedo a lo peor
Al día siguiente por la mañana, el hijo de Garrido, Cisco, de 18 años, fue a buscarlo y, temiendo lo peor, corrió al camposanto de Olesa. Allí, el sepulturero, entre lágrimas, le confirmó la sospecha: su padre había sido enterrado en una fosa y, junto a él, los dos hombres que, muy probablemente, le habían ayudado a regresar a la población tras el primer fusilamiento fallido y a quienes socorrer a una persona malherida les costó la vida. Los tres fueron enterrados aquella misma noche. No son los únicos que se encuentran a unos metros bajo tierra en el cementerio viejo de Olesa, donde la represión franquista fue especialmente dura.
Con la entrada de las tropas franquistas en este municipio, el 25 de enero del 39, las detenciones no tardaron en llegar y afectaron a una veintena de personas, entre ellas a Fèlix Figueres, el alcalde republicano, al concejal republicano Joan Jané y a militantes de la CNT, como el mismo Joan Garrido. La orden del capitán de la tropa fue que los trasladaran a la cárcel Modelo de Barcelona, pero jamás llegaron a la prisión. Fueron fusilados en el cementerio viejo de Abrera, de donde logró escapar Garrido. Una lápida detalla sus nombres.
Garrido sobrevivió ese día, pero poco después fue enterrado en Olesa. Sin lápida, en algún punto del cementerio viejo de este municipio puede haber entre 7 y 12 cuerpos de otras tantas víctimas por identificar. La Associació per a la Recuperació de la Memòria Històrica (ARMH), encabezada por Manel Perona, trabaja desde el pasado viernes en la exhumación de la fosa común y ayer presentó la iniciativa ante los medios de comunicación. Los trabajos podrían prolongarse durante 10 días
También ayer fueron localizados en la fosa los restos de tres cuerpos que deberán ser identificados por los médicos forenses que han de incorporarse al equipo interdisciplinar de la ARMH, entidad a la que el nieto de Joan Garrido y otras dos familias le han pedido que intervenga. Todos ellos quieren recuperar los cuerpos de sus familiares y también la dignidad, tras 65 años de vergonzoso silencio.

El Periódico de Catalunya - 14/11/2004

 

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